Se podrá cuidar la competitividad salarial lograda?
Por Gabriel Rubinstein (*)
Cuando
muchos criticaron y critican a la Convertibilidad de los ´90, suelen decir que
el 1 a 1 era “una ficción”. Es decir, que el peso estaba muy caro, o más
fácilmente, que el “dólar estaba barato”. Aunque no es un espejo perfecto, esto
implica haber dicho que “el salario estaba muy alto”. Sea que midamos el
salario real (deflactado por IPC), o el salario en moneda extranjera
(deflactado esencialmente por dólar, euro y real).
En el gráfico se visualiza lo exigente que era el salario en
moneda extranjera de la Convertibilidad, que para colmo recibió un “mazazo” con
la devaluación del real a comienzos de 1999. Luego de la recesión del 2001, el
default y las mega devaluaciones de comienzos del 2002, el salario se
pulverizó.
Cuando la economía empezó a estabilizarse, el salario pudo empezar a
crecer. Hacia mediados de 2010, lo prudente hubiera sido “frenar” el proceso de
suba, dejando subir el dólar y acotando mucho las subas salariales. Pero
gobierno de Cristina hizo todo lo contrario.
Y creó un desequilibrio fenomenal,
que aún estamos sufriendo. Notar como el gobierno más “anti-convertibilidad”,
promovió un salario en moneda extranjera que llegó a ser, en noviembre de 2015,
más de un 40% más alto que el promedio de los 90 !! Notable tanta mala-praxis
macroeconómica. Pero así fue.
El Gobierno de Cambiemos pudo enfrentar el proceso. Logró
una baja del salario en moneda extranjera, pero a niveles similares a los del
Convertibilidad. El ajuste no alcanzó. Sobrevino la crisis de 2018.
Ahora enfrentamos una nueva oportunidad para hacer las cosas
diferentes. Esto es, evitar que la suba del salario en moneda extranjera vuelva
a ponernos en situación de alta vulnerabilidad.
En la práctica significa ir
logrando que el salario apenas le gane a la inflación futura (sin recuperar lo
perdido en 2018), y que la inflación apenas le gane al dólar (mejor, a una
canasta de monedas), con cierta flexibilidad (flotación administrada), para
hacer frente a shocks externos o políticos internos.
Lograr esto requiere mucho trabajo político. Los asalariados
“deberían” aceptar que los valores alcanzados con Menem y Cristina no eran una
ficción (existieron), pero no eran “sustentables”. Y por ende, una economía que
se aleje de las zonas de alta vulnerabilidad (y muy probable crisis
recurrentes) sólo sería compatible con aumentos salariales muy moderados de
ahora en más. Y que se tardaría mucho tiempo en volver a esos valores
“ideales”.
Y la dirigencia del país (políticos, empresarios,
sindicalistas, etc), asumir la pesada tarea de liderar una sociedad, con la
dosis de entusiasmo que siempre se requiere para crecer, con la restricción que
significa no poder aumentar los niveles de vida (promedio) de los asalariados
“rápidamente”, sino sólo “lentamente”.
En otras palabras, si bien no estamos ante una guerra cruel
por delante como lo estaba Churchill en mayo de 1940, y por ende podríamos
ahorrarnos la “sangre y las lágrimas”, no podremos ahorrarnos el “sudor”.
Este gobierno, pero sobre todo el próximo, tendrá una gran
exigencia, y a la vez una gran oportunidad, para que “esta vez sea diferente”.
(*) Director de GRA Consultora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario