lunes, 10 de febrero de 2020

60 días: logros y desafíos para el Gobierno


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Se cumplen 60 días del gobierno de Alberto Fernández (AF). En tren de ser muy breve, y resumir
entonces lo actuado hasta aquí, destacaría los siguientes logros:

1) Disposición a tomar medidas fuertes (empezando por la Ley de Emergencia)

2) Mostrar responsabilidad fiscal asumiendo costos políticos (suspensión de la aplicación de
la fórmula jubilatoria, suba de retenciones a exportaciones, etc)

3) Aplicación de medidas redistributivas (parte del ajuste fiscal, intentando redistribuir
beneficios a los sectores más vulnerables)

4) Reconstrucción del mercado de Letras del Tesoro en pesos, que había quedado muy
dañado tras el reperfilamiento post-PASO de agosto de 2019

5) Buen apoyo político internacional (gira europea) para la negociación con el FMI



También mencionaría algunas acciones o inacciones con resultados negativos. Entre ellas:

1) Mucha demora en el proceso de restructuración con bonistas externos. Se esperaba que
se aprovecharan mejor los meses de noviembre, diciembre y enero, para rondas
exhaustivas con bonistas y FMI, designación de abogados y asesores, etc., proceso que
recién está comenzando.

2) Demora en el proceso de definición de recuperación salarial. Es esencial para definir el
sendero de inflación. Debería lograrse una recuperación gradual de lo perdido en estos
años (por ejemplo 3% y no 15% en 2020), pero ya Camioneros logró un aumento
porcentual sustancial, y Docentes de PBA se encaminan en la misma dirección.

3) La fallida negociación de Kicilof por deuda PBA.

4) El fallido intento de canje del bono dual (AF20).



Hoy, se define si se paga o defaultea el bono AF20?

Un buen resultado de la licitación de hoy de bonos (pensados para que bonistas de AF20
renueven), derrumbaría las probabilidades de canje compulsivo del b
ono. Pero una mala
licitación….no se sabe. Sería muy negativo si se optara por un canje compulsivo, destruyendo lo
que se estaba reconstruyendo bien (curva de pesos). He escuchado argumentar que “una cosa son
las Letras, que se respetarían”, y otra los “bonos en pesos”, que podrían reperfilarse. Sería
desafortunado si se avanzara en esta dirección.


Y el canje externo?

La mesa está servida para un buen arreglo, eficaz para todas las partes y de rápida concreción.
Veamos sucintamente por qué:

a) Bonistas: puede inferirse que la mayoría de los van a votar el canje, han comprado sus
bonos en torno a u$s 95 dólares por cada u$100 nominales. Que luego han visto caer a los
mismos a la zona de u$s 35/40, para recuperarse a la zona de u$s 45/50. Si lograran salir o
valuar sus bonos a u$s 60/65, se darían por satisfechos (implicaría una fuerte pérdida para
alegría de muchos, pero mucho menor a una situación de intento de canje muy agresivo
que desembocara probablemente en default).

b) Argentina: una propuesta que p.ej. estirara unos 7 años promedio los plazos, que bajara
significativamente cupones, con muy escasos pagos (incluso nulos) en los primeros 2 años,
es posible de armar, con quita implícita en Valor Presente Neto del orden del 33%. Que
justamente, llevaría los precios hacia la zona de u$s 60/65. Argentina lograría lo que
necesita y desea. El ratio Deuda (con bonistas más organismos internacionales) a PIB,
podría pasar del 43% a fin de 2020, a un 36% hacia 2030.

c) FMI: un canje exitoso para bonistas y el país, le permitiría estirar a varios años las
acreencias con Argentina, con una probabilidad alta (no certeza), de que finalmente la
deuda con el FMI se iría pagando con emisiones en el mercado internacional, cuando se
pudiese retornar a los mercados normalmente.


El “Plan Integral”

No se requeriría un gran plan, detallado, para arreglar con bonistas y FMI, pero sí, compromiso
con pautas claras que permitan vislumbrar un sendero de viabilidad económica, fiscal, política y
social.
Con las medidas ya tomadas, y con ciertas pocas definiciones centrales, considero sería suficiente.
Estas definiciones deberían ser:

a) Recuperación gradual del salario real (p.ej. 3% por año), para que no vuelva a atrasarse el
dólar

b) En base a lo anterior, esquema de baja sostenida de subas nominales, para que la inflación
en 2020 fuera del orden del 30%, y bajara hasta el famoso dígito anual en pocos años.

c) Reactivación inicial en base a la leve mejora salarial real y la reactivación del crédito,
posible de hacer en las presentes circunstancias.

d) Con PIB creciendo al 2,5% promedio anual (en un primer momento de reactivación, más
alto), con ingresos fiscales creciendo como PIB, y gastos primarios como inflación (bien
podría ser menos), se lograría un superávit primario del 2% anual hacia finales de este
mandato de AF, suficiente para poder pasar exitosamente el test de “sustentabilidad de
deuda” que FMI y privados habrán de hacer.

e) Compromiso de ir tomando medidas desde el PEN o desde el Congreso, según
corresponda, para buscar mejorar la productividad de la economía argentina, que se
encuentra en niveles muy bajos, lo cual frustraría cualquier intento sólido de mejorar la
calidad de vida de los argentinos (tanto los de bajos como los de medianos recursos), y
comprometería la “sustentabilidad” política y social de mediano y largo plazo.
En síntesis, futbolísticamente, diría que el primer tiempo (de 60 días), terminó con 3 a 2 a favor del
gobierno (vs el equipo de “las adversidades”), aunque luego de ir ganando 2 a 0. El partido no está
definido, pero las chances de ganarlo lucen alentadoras. Esperemos que así sea.


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lunes, 13 de enero de 2020

De medidas y señales, al plan integral

El gobierno de Alberto Fernández ha tomado medidas y ha dado “señales”, que en general considero “buenas”, en sus primeros 30 días. Entre ellas se destaca la señal de “responsabilidad fiscal”, vía una serie de medidas (incluyendo la muy difícil de desindexar jubilaciones por encima de la mínima), que nos permite conjeturar que este año 2020 probablemente finalice con un pequeño déficit fiscal primario (- 0,5% del PIB), con tendencia hacia 2021, hacia un pequeño superávit fiscal primario (+ 0,5% del PIB).

Pero no ha sido la única señal. Podemos también destacar:

a)       La afirmación de que no se puede emitir base monetaria imprudentemente, y haber dispuesto el BCRA, bajas acotadas de tasas de interés (tasa leliq de 63% a 52%, aún muy por encima de cualquier pronóstico de inflación razonable).

b)      Pagos a cuenta de aumentos salariales modestos, y llamado a la moderación en cuanto a los aumentos salariales paritarios

c)       Mostrar voluntad de pago de deuda externa (vía uso dólares del Banco Central), afirmando intención de rápido arreglo (implícitamente, que no debería haber una oferta agresiva, ya que ello haría imposible un rápido arreglo).

d)      Mostrar voluntad de pago y recreación de mercado de deuda en pesos, vía licitaciones de Letras en Pesos. Aún se trata de un mercado “muy conversado”, con pocos actores realmente voluntarios, pero ha sido un buen primer paso.

e)      Mostrar voluntad de contener la inflación (congelamiento temporario de tarifas, estabilidad del dólar oficial, nuevo programa de Precios Cuidados).

Otras medidas, han sido esencialmente “redistributivas” (darles dinero y crédito a algunos, a costa de sacárselos a otros), con poco efecto “macro” reactivante, especialmente en un contexto de fuerte control de cambios (“cepo hard”) que obliga a los ahorros a recircularlos internamente, y que deben evaluarse más por criterios “éticos”.
Las medidas y las señales hasta ahora enunciadas, no constituyen sin embargo, al menos hasta ahora, un verdadero “plan macroeconómico integral”.


¿Qué cosas faltarían en tal sentido? Veamos:

1)      Debe definirse cuál habrá de ser el aumento de salario real promedio que el gobierno esté dispuesto a convalidar para 2020 (y sucesivamente). Si se convalidaran aumentos del 3%, el dólar no debería atrasarse. Pero si se convalidaran por ej. aumentos del 10% la caída del dólar sería importante, y se empezaría a dudar de la “consistencia” del plan, tema tan mentado por el ministro Guzmán. Hay que tener en cuenta que “moderar” la recuperación del salario, implicaría incumplir con varios convenios paritarios que tienen cláusulas gatillo (en línea con lo hecho con la fórmula jubilatoria).

2)      Definido lo anterior, debería definirse la “nominalidad” que el gobierno “desea”. Con administración del dólar, tarifas, salarios y márgenes empresarios (vía Precios Cuidados), y en un marco de responsabilidad fiscal y monetaria, la inflación la decide básicamente el gobierno. Prefiere 20%, 30%, 40%? No lo sabemos. No tiene que ser una “meta” en sentido rígido, ni para repetir la desafortunada experiencia de querer luego bajarla sólo con política monetaria. Pero una “inflación de referencia” debería haber.

3)      Definido el salario real “aceptado”, y la inflación “de referencia deseada”, el gobierno debiera mover dólar y tarifas acordemente. Seguir con el congelamiento de tarifas sería desafortunado (lo que haya que revisar del esquema, debiera hacerse rápidamente), e inconsistente.  Tampoco sería consistente dejar atrasar al dólar. El gobierno nos debe definiciones respecto a cómo moverá ambas variables.

4)      Resuelto todo lo anterior, las tasas de interés deberían bajar fuertemente. Tasas de Leliq del 52% con tarifas subiendo 0%, y dólar también 0%, no forman parte de un set “consistente”. Las tasas del 52% sólo se explican por la falta de definiciones, sobre todo en salarios y dólar. Muy altas de interés no alentarán la demanda de crédito, y el rebote económico sería mucho más acotado de lo que podría ser.

5)      En base a medidas fiscales ya tomadas, el gobierno debería empezar a explicar su política fiscal futura. Una regla muy sencilla podría ser que los ingresos el gobierno espera crezcan como el PIB nominal (inflación + crecimiento), y que el Gasto primario, por inflación o menos. De modo que si la economía crece, el superávit aumentaría. Una regla así permitiría llegar a un superávit operativo del 2%, probablemente hacia 2023. Una buena herencia para que la economía y la deuda pública transiten por senderos sustentables para gobiernos venideros.

6)      Y por supuesto, resta anunciar una propuesta de canje de deuda, que logre la extensión de plazos y pago de servicios necesarios para el país. Y que sea a su vez aceptable para acreedores privados y para el FMI.
Muchos otros problemas requieren se vayan tomando medidas (mejorar el control de cambios para que no sea anti-inversión, minimizar sesgo anti-exportador de medidas para-arancelarias y fiscales, etc, etc). Pero concretando lo comentado antes, se percibiría entonces sí, que estaríamos ante un plan “macro” integral (que es distinto a tener una política de crecimiento y desarrollo integral, lo que aún asoma lejano).

El gobierno se toma su tiempo. Viene tomando medidas, y dando buenas señales. Esperamos que pronto defina mejor su “plan integral”, y lo presente en sociedad, lo cuál sería más que bienvenido.


(*) Director de GRA Consultora. Ex Representante de Ministro Lavagna en el BCRA

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