Dos grandes frentes de tormenta financiera para 2019
Gabriel
Rubinstein
El hecho de que se ha
instalado la idea de que Cristina “puede ganar” (como Presidente, o más
probablemente como Gobernadora, o como “líder” de una coalición, p.ej. con
Felipe Solá u otro como Presidente), ya ha repercutido fuertemente en los
mercados de bonos.
Ante esta situación, el
gobierno de Macri debería actuar en dos frentes, uno político y otro
financiero. En el político, asegurando la “mejor coalición posible” para
derrotar lo que se presume pueda llegar a armar Cristina. Para mí, lo más
seguro sería hacer un frente con el Peronismo Federal, pactando programa y
cargos. Y con los mejores candidatos posibles. Si p.ej. Vidal Presidente,
Urtubey Vice, XX (Massa? Otro del PJ? Etc) Gobernador, se estima llevara más
votos que Macri Presidente-Vidal Gobernadora, optar por esa variante. Si de la
alianza Cambiemos-PJF surgiera p.ej. la conveniencia sea Pichetto Jefe de
Gabinete, adelante! El programa de una Argentina moderna y republicana es
compartido con casi todo el PJ Federal. Por qué no buscar los mejores
candidatos para la contienda electoral?
Más allá de la
política, en la medida en que siga la sensación de que “Cristina tiene
chances”, la incertidumbre reinará. Y ello implica que el gobierno debe
prepararse para 2 grandes frentes de tormenta financiera: a) la no renovación
de los bonos que vayan venciendo antes de diciembre, b) la salida de depósitos
bancarios, que preventivamente, buscarán refugiarse en el dólar.
El
mercado de bonos
En el extremo de que
nadie renovara ni bonos, ni Letes, ni Lecap, es decir, si la tasa de rollover
que por estas semanas promedia 80% llegara a 0% durante 2019, el gobierno
necesitaría casi u$s 9,000 millones (siempre suponiendo cumplimiento ajuste
fiscal y desembolsos del FMI).
No podrá usar reservas
del BCRA para esos pagos, ya que el programa del FMI inhibe de toda clase de
asistencia del BCRA al Tesoro.
Qué puede hacer el
Gobierno en tal caso? Posibles líneas de acción serían:
a) Que
desde enero empiece con licitaciones de Letes y Lecap a más de un año (pagando
poco por las licitaciones a 6 meses, y pagando mucho por las de 12 a 24 meses
p.ej., para incentivar ese traslado a 2020 y 2021)
b) Que
ofrezca bonos más largos en pesos y dólares, para los vencimientos de AA19 y
otros bonos
c) Asegurarse
ya desde ahora, con bancos y compañías de seguros, sea por vía de
conversaciones o por vía regulatoria, la renovación de sus tenencias de bonos,
letes y lecap de 2019, para que venzan en 2020, 2021 o más tarde también.
d) Negociar
alguna línea contingente con el gobierno de USA (u otros), por hasta u$s 10,000
MM, para el caso extremo de rollover 0%.
El
mercado de crédito
Es probable que antes de las elecciones, unos u$s 7,000 MM de dólares
equivalentes en plazos fijos en pesos, el dinero que más identificamos como
“hot money” (en buena parte, ex Lebac), estén bastante tentados de pasarse a
dólares. El BCRA hoy dispone de reservas “´potencialmente usables” por unos u$s
37 mil millones (24.300 MM de reservas netas según definición FMI incluyendo el
desembolso de u$s 7.600 M recientemente aprobado, que hay que restar porque los
usaría el Tesoro en su totalidad, más unos u$s 20.000 M del swap con China). Pero sólo puede usar en caso de fuerte
corrida (dólar al techo o por encima, de la Zona de No Intervención – ZNI- ),
u$s 150 MM por día. Si las eventuales corridas se concentraran en pocos días y
semanas, esto sería un problema, ya que el dólar previsiblemente subiría
bastante por encima de la ZNI, y ello crearía más zozobra aún. Y la espera
hasta que la iliquidez monetaria (por absorción de pesos de la venta de
dólares) hiciera su trabajo, con fuerte suba de tasas, y llegara la “necesidad”
y “conveniencia” de vender dólares atesorados por privados, podría ser
demasiado extensa. Todo esto podría
generar que el retiro de depósitos sea bastante mayor, y no se limite a lo que
a priori pudiéramos identificar como “hot money”. Aunque sería un factor moderador
en el mercado del dólar, los sobrantes de dólares que esperamos de la Balanza
de Pagos en 2019, sobre todo por la oferta extra del Tesoro, que debe vender
dólares (del FMI) para sus pagos en pesos.
Qué puede hacer
entonces el Gobierno? Algunas acciones posibles:
a) Lograr
que el FMI acepte ventas superiores por día (p.ej. u$s 500 MM, o al menos u$s
300), al menos por un tiempo, fijando un tope máximo acumulativo dado, lo más
cercano posible a ese nivel de “reservas potencialmente usables” de u$s 37,000
MM). Por ejemplo, podría establecerse ventas máximas de u$s 500 MM por día
entre julio y diciembre de 2019, hasta un acumulado de u$s 20,000 MM (si se
vendieran u$s 500 MM todos los días, alcanzarían para casi 2 meses de ventas en
tal caso). O alguna variante similar.
b) Si
se aceptara lo anterior, ya ir convirtiendo a dólares los yuanes del swap con
China
c) Intentar
negociar con el FMI, para el período crítico (julio a diciembre 2019), una
banda más acotada de la ZNI (en lugar de casi el 30%, p.ej. de un 20%), con
piso entonces más alto y techo más bajo, que implique menos devaluación en caso
de fuerte fuga (y de paso alguna chance mayor de comprar dólares en estos meses
“relativamente tranquilos”).
También puede haber una
disminución de depósitos en dólares hacia dólar billete. Pero aquí contamos con
un sistema de argendólares bien robusto. Los encajes en dólares (que no forman
parte de las reservas netas), suman más de u$s14.000 MM, y más que sobrarían
para atender cualquier previsible caída de estos depósitos.
La posibilidad de que
un gobierno bien populista vuelva al poder en Argentina es una noticia muy mala
para los mercados financieros. Y las conductas defensivas que ello ya está
generando (suba del riesgo país), van creando un 2019 cada vez peor, lo que
retroalimenta las posibilidades de tal temido “retorno”. Si Cambiemos ganara en
2019, es muy probable un alto rollover en 2020 y necesidades financieras muy
bajas (y fuerte baja del riesgo-país). Pero si ganara Cristina… quién sabe qué
puede pasar?
No la tiene fácil el
gobierno de Macri en 2019. Esperemos que acierte, tanto en la faz política como
en la económica-financiera, para minimizar las chances de una crisis
financiera, que puede ser aguda y de muy lamentables consecuencias.
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