Dividamos
la pregunta en 2 períodos: como bajar el riesgo país hasta el 10 de diciembre y
cómo bajarlo desde el cambio de gobierno.
Desde el 10
de diciembre es “fácil” la respuesta teórica: políticas sensatas que generen
buen grado de consenso interno, que promuevan el crecimiento económico, con
políticas fiscales, monetarias y cambiarias adecuadas, y mostrando una enorme
voluntad de pago de las deudas. Es mucho más difícil llevar eso a la práctica.
Y claro está, dependerá mucho de quien resulte finalmente el Presidente elegido
en las urnas para que pueda liderar un proceso así.
Hasta el 10
de diciembre, veo 2 áreas en las que se debería actuar: a) la financiera, b) la
política.
En lo
financiero, luego de lo logrado en términos de capacidad de intervención
cambiaria (cuestión que debe profundizarse aún más), una política que debería
poder ser viable, sería la de constituir un fondo, digamos de unos u$s 5,000
millones de dólares (idealmente el doble), provenientes mayormente de las
reservas del BCRA (excepto se consiguiera una ayuda extra externa), a fin de
desarrollar estrategias de recompra de deudas. Pueden ser estrategias directas,
p.ej. recompra de bonos, como ser bonos que vencen en 2020 o 2021, o
indirectas, p.ej. poner dólares en garantía de préstamos bancarios, de modo de
poder “apalancar” compra de bonos por montos superiores (p.ej. poder comprar
u$s 10,000 millones de bonos, incluyendo bonos de más largo plazo). El gobierno
debería aprovechar que se escuchan voces opositoras que dicen: “se van a gastar
reservas del BCRA que se necesitarán para pagar deuda”, y que desde el propio
kirchnerismo se escuchan voces de: “vamos a honrar la deuda”. Quién podría
entonces oponerse a que el Estado anticipe compras de vencimientos,
aprovechando los bajos precios actuales?
Sería una manera concreta de mostrar voluntad de pago, y el riesgo país
saldría de la zona actual tan alta, zona que por otra parte tiende a incentivar
la compra de dólares, como único refugio verdadero antes de las elecciones.
En el campo
político, tendríamos varias opciones. A mi juicio, la más contundente, sería
que pudiéramos vislumbrar desde ahora, que habría de haber, de verdad, un
gobierno de “unidad nacional” desde el 10 de diciembre. Una coalición, sobre la
base de Cambiemos-PJ Federal, invitando al resto de partidos, pareciera sería
lo mejor para llevar adelante políticas consensuadas, con dirigentes a cargo
también consensuados.
Es obvio
que un gobierno así debería concordar previamente los ejes centrales de su
gobierno. Sé que sería arduo pasar de las generalidades a un programa de
gobierno concreto, pero lo veo más posible de hacer de lo que normalmente se
piensa.
Esta
opción, de “máxima”, no la podemos descartar, pero luce poco probable,
principalmente por la oposición que al menos han mostrado hasta ahora desde la
cúpula de Cambiemos.
Otras
opciones, incluyen que tenga algún éxito la convocatoria actual del gobierno, y
que el mundo vea que en Argentina hay más unidad de la que parece, y mayor
voluntad de pago de la que se aprecia habitualmente.
Combinando
ambas cosas, acción financiera “concreta”, con acción política “concreta”, el
riesgo país debería bajar en forma apreciable. Y este largo camino hasta el 10
de diciembre, podría transcurrir con mucha menos angustia. Evitar que estos meses sean traumáticos, es
responsabilidad primaria de Macri y su gobierno.
Un paso
importante se ha dado en materia cambiaria. Un paso en gestación, es la de
haber convocado al diálogo a las fuerzas políticas en busca de consensos
concretos.
Pero habría
que profundizar aún más en lo cambiario, concretar acciones en el campo
financiero por ahora ausentes, y avanzar más clara y contundentemente en la
búsqueda de consensos políticos.
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