miércoles, 3 de abril de 2019

Economía: Cambios que podrían hacerse ahora mismo+. Articulo para La Nación 03/04/19

Economía: cambios que podrían hacerse ahora mismo
                                                                 Por Gabriel Rubinstein (*)
Argentina padece un problema de baja productividad cronificada, acentuada en la etapa kirchnerista, cuando el gobierno adoptó variedad de medidas que desalentaron la inversión.
A estos problemas se les agrega ahora un problema de baja demanda agregada. Es decir, muchos recursos productivos se encuentran desempleados (capacidad ociosa en industria, desempleo, etc).
Los problemas de “oferta” son más difíciles de solucionar, y requieren en general, buenas políticas aplicadas en forma  persistente, entre ellas: bajas de alícuotas impositivas, regulaciones modernas en logística, en mercados de trabajo, y estatales en general, inversión en infraestructura y transporte, etc. 
Los problemas de “demanda” en teoría serían más fáciles de encarar. En general, vía políticas fiscales y monetarias expansivas, los recursos ociosos deberían reutilizarse.
Pero el país enfrenta severas restricciones por delante:
a)       Fiscalmente apenas hemos iniciado el camino de reversión de la tremenda herencia negativa que nos dejó el kirchnerismo. Por el momento, nadie nos quiere financiar el déficit fiscal, y nos cuesta mucho renovar la deuda pública. Tenemos un doble desafío formidable: bajar mucho los impuestos, y bajar mucho más el gasto público. Tal vez pueda lograrse que el FMI permita que en 2020 el resultado primario sea 0% (y no 1% positivo), si p. ej. se encara más decididamente tanto la baja de gastos como de impuestos. Tal vez el  FMI podría algo más de nuevos fondos, si el gobierno compromete medidas para que en 2021 el superávit llegara al 1,0%, en 2022 al 2% y en 2023 al 3% (déficit 0% en serio). Sería una forma de ayudar a la reactivación en 2020, como para que la economía “engrane” y el esfuerzo fiscal fuera menos duro en adelante.
b)      Monetariamente, es complicado encarar políticas expansivas normales, cuando la inflación ha venido siendo tan alta, y la de 2019 ya se proyecta por encima del 30% anual.
c)       Tampoco luce factible apostar a una recuperación salarial significativa (los asalariados gastan más que los no asalariados y ello favorece una suba neta del Consumo), dada la necesidad de mantener alto el tipo de cambio (por la falta de financiamiento externo y otros factores).
Podríamos esperar, con tipo de cambio alto, suba de exportaciones, baja de importaciones, y suba de inversiones, que compensen baja del gasto público y poca suba del consumo privado. Pero, las exportaciones industriales tardan en reaccionar: hay que invertir para encontrar y desarrollar mercados externos; las importaciones deberían subir, tras el colapso reciente; las inversiones masivas deben encontrar un ambiente político, financiero e impositivo más propicio que el actual.
Entonces?
Por una parte, como se ve, habrá que trabajar “duro y parejo” por muchos años, para mejorar en muchas áreas, para que la economía crezca a un ritmo razonable.
Sin embargo, hay aspectos del sistema macroeconómico que sí podrían cambiar, para ayudar a una rápida reactivación, sin ir contra las políticas más estructurales de crecimiento.
Básicamente, me refiero a nuestro “sistema monetario-cambiario”. Argentina ha elegido un esquema que nos juega en contra, en parte por convicción de Macri y su equipo, y en parte por imposición del FMI. Este esquema se resume en:
a)       Vigencia de un esquema cambiario cuasi puro de flotación cambiaria
b)      El uso de una política monetaria muy contractiva, como ancla nominal exclusiva del sistema (antes la tasa de interés en el frustrado experimento de “Metas de Inflación”, y ahora el de control de la “Base Monetaria”).
Todo esto podría cambiarse. Un esquema que considero mucho mejor se basaría en los siguientes elementos:
a)       El uso de 3 anclas nominales: tipo de cambio, agregados monetarios, salarios públicos (por su importancia en la fijación de salarios privados)
b)      Todos deberían crecer a tasas parecidas, bien decrecientes en el tiempo, de modo de apuntar a una inflación del orden del 7% o menos en 2023
c)       El sistema cambiario debería ser de “flotación administrada”. Puede ser con reglas, como ser p.ej. en base a una “banda acotada” de flotación (al comienzo tal vez del 5%-7%), que idealmente debería indexarse por la evolución de monedas emergentes (para permitir devaluaciones o revaluaciones por condiciones externas), o sin reglas, es decir a juicio del BCRA en cada momento.
d)      Para que sean creíbles los “techos” de la flotación administrada, el BCRA debería contar con una buena cantidad de dólares para vender. Hoy, podrían llegar a usarse potencialmente, unos u$s 48,000 MM (reservas netas, más préstamos del FMI al BCRA,  más swaps de yuanes), más que suficiente para esta tarea.
e)      La tasa de interés en peso refleja 2 tipos de arbitrajes. El principal es la posible sustitución entre pesos y dólares. Esto requiere que la tasa en pesos (plazo fijo) sea superior a la devaluación esperada, más la tasa internacional, más la tasa de riesgo país de corto plazo, más el riesgo de que el techo devaluatorio sea superado. Hoy existe el riesgo cierto de que el dólar llegue al techo de la Zona de No Intervención, y de que incluso lo supere (ya que el BCRA en tal caso sólo puede vender u$s 150 MM por día). Esto dificulta muchísimo una baja importante de las tasas de interés.  En cambio, si la devaluación esperada fuera del 17% anual, el riesgo de que sea superior muy baja (por la venta masiva de dólares si alcanzara el techo de la banda o el decidido por el BCRA), con riesgo soberano de muy corto plazo menor al 3%, y tasa externa de 2%, la tasa de interés podría ser p.ej. del 22% (Badlar), y la tasa de Leliq, menor al 30%. Contra la actual tasa mayor al 65%. Un mundo de diferencia !!. El otro arbitraje ese entre “ahorro” y “consumo”. Este es un caso menos significativo, ya que la gente no va a salirse de un plazo fijo para acumular aceite, o para comprar un televisor tan fácilmente. De modo que si la inflación (a pesar de las 3 anclas) se escapara un poco, y llegara al 20-22% anual (tasa real de interés badlar prácticamente neutra) no sería tan relevante. En general, una tasa de interés real “apenas positiva” sería recomendable, pero nada más.

Los cambios profundos requieren convicción, consenso político, esfuerzo colectivo, tiempo. Los cambios “instrumentales” (sistema cambiario y monetario) requieren llegar al convencimiento de que esto es lo mejor para el país. Macri puede hacerlo, y ahora. O un nuevo gobierno (Cambiemos u otra fuerza) pueden encarar esto desde diciembre. Veremos.


(*) Consultor. Ex Representante Alterno del Ministro Lavagna en el BCRA.

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