martes, 17 de diciembre de 2019

Reactivar, desinflar, reperfilar - Columna para El Cronista 16/12/2019

En 2020 estos son los principales desafíos macroeconómicos: reactivar la economía, bajar la
inflación, arreglar el desaguisado de la deuda pública.
Todo se puede (más bien se debe…) hacer bien y rápido. Se necesidad claridad de pensamiento,
capacidad de ejecución, y por supuesto, el debido apoyo político. Esperemos sucedan las 3 cosas.

Reactivación

A nivel “macro” las 3 fuentes principales de reactivación, deberían ser:
a) La “pausa fiscal”. Es decir, al no haber ajuste fiscal adicional, este factor recesivo cesaría.
Un déficit primario del 1%, implicaría un impulso fiscal moderadamente expansivo.

b) Recuperación salarial. En el presente contexto, subas salariales reales del orden del 3%
(más no serían recomendables, porque implicaría empezar a retrasar el tipo de cambio),
implicarían suba neta de la Demanda Agregada, por 2 razones: a) porque el gasto, tirón de
demanda, que realizan los asalariados, sería mayor a lo que dejaran de gastar los
empresarios que deben afrontar ese mayor costo salarial, b) porque en un contexto de
capacidad ociosa elevada y más crédito (y a tasas mucho más bajas), la mayor suba salarial
incentivará a las empresas a producir más y vender más, para atenuar el mayor costo
salarial.

c) Expansión crediticia. Una baja de tasas de Leliq, por ejemplo del 63% al 30%, si las
paritarias resolvieran aumentos salariales del orden del 25%, expandiría la demanda de
crédito, luego del shock crediticio tan adverso de tiempos recientes. Esta mayor demanda
podría ser abastecida por baja de stock de Leliq, expandiendo Base Monetaria compatible
con una inflación “objetivo” dada (por ejemplo 22%).
De los 3 factores, el factor crediticio, bien ejecutado, sería el que mayor aportaría a una
recuperación del PIB, que estimamos, podría llegar a ser del orden del 4% (entre fin de 2019 y fin
de 2020).

Bajar la inflación

El principal problema para bajar la inflación durante 2020 debería ser el impacto fiscal negativo de
la Seguridad Social. Este impacto podría ser atendido via: a) cambiar la fórmula (no aconsejable ni
política, ni social, ni legalmente), b) compensar eso vía impositiva (suba de retenciones al agro,
otros), c) créditos (Banco Mundial, otros). Pero no debería quedar el gobierno “paralizado”, e
inhibirse de concretar una baja sustancial de la inflación (por ejemplo del 55% al 22%) por este
motivo, que implica un costo adicional “por única vez”.

Sobre la base de: no atrasar el tipo de cambio, sólo indexar tarifas, mantener márgenes
empresariales normales, la discusión primera, y las más importante, sería definir cuál sería la
recuperación salarial real para 2020. A mi juicio, habría que prometer a los asalariados una suba
persistente, del 3% anual del salario real, por varios años. Es decir, de ahora en más siempre
mejor, pero resignando el deseo de recuperar lo perdido en estos años (del orden del 15% o más)
“pronto”, por las restricciones macroeconómicas que impone la conveniencia/necesidad de
mantener un tipo de cambio real alto.

Una vez acordada la suba salarial real, debe acordarse la suba nominal. Por ejemplo, que sea 25%
durante 2020, pudiendo entonces el Estado a comprometer subas del tipo de cambio oficial del
20% y tarifas también del 20% concordantemente.

Reperfilar las deudas

Un reperfilamiento de la deuda con privados, con extensión de plazos, baja de cupones (en parte
pagables y en parte capitalizables), sería muy factible de llevar adelante, para beneficio de todas
las partes. También luce muy factible reperfilar las deudas del FMI, en base a un nuevo acuerdo.
Si la economía se reactiva, la inflación baja significativamente, no se atrasa el tipo de cambio, etc.,
los acreedores (bonistas y FMI) verán mucho más factible que Argentina pueda ir generando un
sendero de mejora fiscal, en pos de un superávit primario del orden del 2% anual (el necesario
para que la deuda a PIB no sólo dejara de subir, sino empezara lentamente a bajar). Con ello los
bonos se valorizarán, y la baja de riesgo país posibilitar volver a renovar normalmente las deudas
que vayan venciendo.

Si se acometen los 3 desafíos, con destreza y rapidez, en 3 meses la economía podría ya estar
encauzada. Esto es, sin una carga financiera asfixiante, bajando sustancialmente la angustia
derivada de las altas tasas de inflación, y lo más importante, habiendo recuperado capacidad de
reactivación económica. Más trabajo, más ingresos, menos inflación. Una economía más vibrante,
y a la vez, mucho más tranquila.


Una gran oportunidad para que el nuevo gobierno lidere este proceso exitosamente.

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