Durante
mucho tiempo, varios economistas insistíamos en que el gobierno debía poder
usar las reservas del BCRA para defender al peso, evitando devaluaciones y
expectativas de devaluación disruptivas e innecesarias, con sus nefastas
consecuencias en hiper tasas de interés. Tuvimos que estar al borde de una
nueva crisis financiera aguda para que recién el BCRA lo hiciera, tras haber
convencido a propios y extraños (FMI), de que eso era lo más conveniente. El 29
de abril alumbró una política cambiaria nueva (en realidad un “waiver” hasta
que terminen las elecciones), y el sólo anuncio logró que la situación
financiera se aliviara.
Y desde
hace un tiempo, varios economistas y analistas de mercados, venimos también
sosteniendo la importancia que tendría que el gobierno active mecanismos de
compra de bonos. Cuando el gobierno se asustó en la previa del 29 de abril,
“parecía” que se hacía eco de esto. Pero en cuanto se “alivió” con la calma del
dólar, esta otra “pata” necesaria de la estabilidad financiera, pareciera
haberse dejado de lado.
La idea
básica es sencilla (aunque no desconozco que la implementación tiene sus
complejidades, lo cual torna más urgente que se empiece “ya” a actuar): armar
un Fondo de Recompra de Bonos, que opere en el mercado, comprando diferentes
bonos, sobre todo los que vencen entre 2020 y 2023.
Si esto se
hiciera los beneficios serían múltiples, y para “todos” y “todas”:
Para el Gobierno, por acentuar la
tranquilidad financiera hasta el fin de las elecciones, coadyuvando asimismo a
la tranquilidad cambiaria, y a su propia performance electoral
- Para quien gane las elecciones en
2020, el beneficio vendría por partida doble: menos vencimientos en 2020 (y
hasta 2023), y dada la baja esperada del riesgo país, más fácil colocar bonos
para financiar el remanente que quede de necesidades financieras (déficit
fiscal y resto de amortizaciones).
- Para los tenedores de bonos, ya que tornaría evidentemente innecesaria toda acción de “semi default”, o la que ha declarado públicamente el candidato Alberto Fernández en cuanto a crear “mecanismos de espera”, o cosas por el estilo, todo lo cual podría (y debería) ser dejado de lado sin más trámite.
- Para la población en general, por los efectos comprobados de que una baja del riesgo país, ayuda a la reactivación del crédito, a la actividad económica, al empleo, etc.
Si algo
beneficia a todos, entonces porque no se hace?
En parte
por “ideología”: así como en el gobierno de Macri muchos creyeron que
intervenir en el mercado cambiario era un “atajo”, y que había que insistir en
la “libre flotación”, también subsisten quienes creen que “intervenir en el
mercado” de bonos sería también un atajo.
En parte
por “soberbia”: este gobierno se ha caracterizado por una conducta pendular,
que va de la soberbia al miedo, que los lleva a actuar, y si creen que les va
bien, vuelven a la soberbia, y dejan de actuar. Entonces ahora que han logrado
“pax cambiaria”, creen que “ya está”, y que no se necesitaría hacer nada más.
Y en parte
por las dificultades intrínsecas a armar un fondo como el propuesto.
El Fondo de
Recompra de Bonos puede armarse con fondeo diverso, como ser:
- Reservas del BCRA. No debería haber
ninguna dificultad “técnica” para abastecer este fondo (tal vez con u$s 5,000
millones de dólares o más). Pero se requiere aprobación del Board del FMI.
Habría que entonces pedirlo HOY para que la aprobación llegara a tiempo.
- Fondos de la ANSES. Han habido propuestas concretas para usar las acciones de empresas en poder del FGS a estos fines. Es un tema que tiene su complejidad operativa y legal, y que también amerita empezara a implementarse cuanto antes.
- Préstamos externos. Pueden ser de bancos, de la Reserva Federal, de China, o de quien sea. También requiere mucha gestión.
Si por
ejemplo, este Fondo tuviera capacidad de intervención de unos u$s 15,000
millones, seguramente lograría bajar el riesgo país de la zona de 900 bp, hasta
tal vez 600 bp o incluso 500 bp muy rápidamente.
En un
feedback positivo, ya muchos fondos y ahorristas locales empezarían a querer prestarle
a la Argentina.
Y toda la
angustia de estos tiempos, respecto a la capacidad de rollover de deudas, empezaría
a ceder fuertemente.
Esto no
debe dejarse para el nuevo gobierno. Porque si el nuevo gobierno encontrara que
los mercados “no le creyeran”, cada vencimiento se tornaría angustiante, y acorralado,
finalmente, terminaríamos con altas chances de default. Y más allá de que un
default puede llegar a ser “benigno” (es decir sin quitas y sólo con
alargamiento de plazos), no dejaría de ser un problema muy serio, tortuoso de
implementar, que afectaría no sólo a los acreedores, sino también al resto de
la economía (menos inversiones productivas, menos empleo, etc, etc).
Es
“responsabilidad” de Macri entonces, encarar el tema ahora, y dar solución al
problema tal como se plantea. Convivir con probabilidades de default muy altas,
habla mal de este gobierno. Habla de su incapacidad para resolver
problemas. Ojalá así lo entiendan Macri,
Marcos Peña y Cía, y obren en consecuencia.
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